Por Redacción YSKL
Este jueves, representantes de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) se pronunciaron sobre los fenómenos climáticos que afectan a los territorios.
La integrante de la organización, Carolina Amaya, afirmó que la «ciencia global» ha demostrado que la «influencia humana» es uno de los principales factores detrás de «cambios climáticos extremos».
Citando a la NASA, Amaya indicó que «el 2023 fue el año más cálido desde que se tiene registro». Estos datos coinciden con el sistema comunitario de monitoreo climático desarrollado por la UNES.
La ambientalista también mencionó a la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), señalando que la temporada de huracanes para el 2024, que inicia en abril y termina en noviembre, tiene un 85% de probabilidades de desarrollar entre 17 y 25 eventos con nombre.
«Solo un evento extremo ha dejado lamentables pérdidas humanas en el país, y nos solidarizamos con las familias afectadas», expresó Amaya.
Este evento causó daños significativos y pérdidas en los medios de vida, especialmente de las mujeres en los territorios.
La UNES ha desarrollado alternativas a nivel comunitario, destacando la importancia del trabajo de las mujeres en estos esfuerzos.
Según explicaron, el Sistema Comunitario de Monitoreo genera información técnica y científica desde el territorio, mediante la medición diaria de lluvia, temperaturas, pozos y manglares.
El objetivo es documentar y evidenciar el impacto del cambio climático en los ecosistemas locales y tomar decisiones tempranas sobre medios de vida, agricultura y pesca.
Líderes comunitarios del departamento de Ahuachapán, están involucrados en el monitoreo pluviométrico y de temperatura a través de estaciones en la región hidrográfica del río Paz y la región hidrográfica de Cara Sucia-San Pedro Belén.
La evidencia indica que los humedales en la zona costera marina del occidente del país están amenazados por factores como las industrias extractivas, la expansión de la industria azucarera, malas prácticas en el uso del agua, mala gestión de desechos y deforestación indiscriminada.
Estas prácticas provocan desequilibrio en la salinidad del agua y otros parámetros como la temperatura y la disponibilidad de oxígeno, afectando la disponibilidad de medios de vida y poniendo en riesgo a miles de especies del ecosistema y las comunidades.
En el manglar de Metapán se han presentado condiciones de hipoxia, con un promedio de oxígeno disuelto de hasta 1.9 partes por millón en época lluviosa.
Esto afecta directamente a las especies que habitan en estos ecosistemas debido al exceso de nutrientes de productos químicos con nitrógeno y fósforo, impactando organismos acuáticos como peces, conchas, ostras, cangrejos y zooplancton.



















