Por: Redacción YSKL.
En Estados Unidos, las elecciones presidenciales se celebran cada cuatro años, el primer martes de noviembre. Este 5 de noviembre, los votantes estadounidenses decidirán entre los candidatos de los dos principales partidos: Donald Trump por el Partido Republicano y Kamala Harris por el Partido Demócrata. Sin embargo, el proceso de elección presidencial es más complejo que en muchos otros países, ya que el ganador no se decide únicamente por el voto popular. En su lugar, el sistema de los colegios electorales desempeña un papel crucial para determinar al próximo presidente.
El sistema de colegios electorales implica que, en lugar de votar directamente por el presidente, los ciudadanos eligen a un grupo de delegados, conocidos como electores, que a su vez emitirán sus votos para elegir al presidente y vicepresidente. Cada estado tiene un número específico de electores, que equivale a su representación en el Congreso (la suma de sus senadores y representantes). Para ganar la presidencia, un candidato necesita obtener al menos 270 votos electorales de un total de 538. Esto significa que, en algunas ocasiones, un candidato puede ganar el voto popular nacional pero perder en el colegio electoral, como ocurrió en las elecciones de 2000 y 2016.
Los estados clave, conocidos como “swing states” o “estados bisagra”, son aquellos en los que no hay una clara preferencia por uno de los dos principales partidos y en los que la contienda suele ser muy reñida. Estos estados tienen un papel fundamental en el proceso electoral, ya que pueden inclinar el resultado a favor de uno u otro candidato. Algunos de los estados más importantes en la elección de este año incluyen Florida, Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Arizona. Ganar en estos estados podría determinar quién se convierte en el próximo presidente, ya que juntos aportan un número significativo de votos electorales.
Cada estado otorga un número específico de votos electorales en función de su población. California, por ejemplo, es el estado con más peso en el colegio electoral, aportando 55 votos, seguido de Texas con 38. Otros estados con gran cantidad de votos electorales son Florida (29), Nueva York (29) y Pensilvania (20). Estos estados suelen ser el centro de atención en cada elección, ya que representan una gran porción de los 270 votos necesarios para ganar. Los estados más pequeños, como Vermont y Wyoming, tienen solo tres votos cada uno, pero su peso en el proceso puede ser decisivo en elecciones muy cerradas.
En el contexto de esta elección entre Trump y Harris, la atención está especialmente centrada en los estados que decidieron la elección de 2016 y que podrían hacer lo mismo en esta ocasión. En particular, los demócratas buscan recuperar territorios como Michigan, Wisconsin y Pensilvania, que fueron claves para la victoria republicana en las elecciones anteriores. Estos estados se han visto afectados por temas económicos, de salud y otros factores que los han hecho campos de batalla estratégicos para ambos partidos.
En conclusión, el sistema electoral estadounidense está diseñado de manera que tanto la geografía como la densidad de la población de cada estado jueguen un rol fundamental. El hecho de que un candidato pueda ganar el voto popular pero perder en el colegio electoral refleja la complejidad de este sistema. Hoy, mientras los ciudadanos eligen entre Trump y Harris, todos los ojos están puestos en los resultados de los estados clave, que determinarán el rumbo del país para los próximos cuatro años.



















