El Salvador: Memoria del terremoto del 13 de enero de 2001

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Por: Redacción YSKL.-

La mañana del 13 de enero de 2001, un terremoto de magnitud 7.7 sacudió con brutalidad a El Salvador, dejando una profunda huella en el país. Eran las 11:34 a.m. cuando la tierra comenzó a temblar, desatando pánico, caos y devastación en apenas 45 segundos.

El epicentro del sismo se ubicó frente a las costas del Océano Pacífico, a unos 105 kilómetros al sur de San Miguel, y se sintió con intensidad en todo el territorio nacional. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el terremoto tuvo una profundidad de 60 kilómetros, lo que amplificó su impacto.

La zona más afectada fue el departamento de La Libertad, particularmente la comunidad de Las Colinas, en Santa Tecla, donde un enorme alud de tierra se desprendió del volcán de San Salvador, sepultando a cientos de casas y cobrando la vida de alrededor de 600 personas. Los equipos de rescate, integrados por bomberos, voluntarios y cuerpos de socorro internacionales, trabajaron día y noche en una carrera contra el tiempo para buscar sobrevivientes.

El balance final fue desolador: más de 844 muertos, 4,000 heridos y al menos 1.5 millones de personas afectadas, muchas de las cuales perdieron sus hogares. Más de 108,000 viviendas quedaron destruidas o gravemente dañadas, agravando la situación de vulnerabilidad en un país donde la pobreza estructural ya era alarmante.

El terremoto desató una oleada de solidaridad tanto dentro como fuera del país. Organizaciones locales y extranjeras, gobiernos amigos y comunidades salvadoreñas en el exterior enviaron ayuda humanitaria. Sin embargo, la magnitud de la tragedia desbordó las capacidades de respuesta inmediata, dejando al descubierto las falencias en los sistemas de emergencia.

En medio de la adversidad, los testimonios de sobrevivientes revelaron historias de valentía y resiliencia. “Escuché el estruendo y luego todo se oscureció; me aferré a la vida mientras esperaba que me rescataran”, relató un joven de Las Colinas, mientras observaba los restos de lo que antes era su hogar.

El terremoto del 13 de enero marcó un antes y un después para El Salvador. En los meses siguientes, el país enfrentó la titánica tarea de reconstruir no solo las estructuras físicas, sino también el tejido social. Sin embargo, apenas un mes después, el 13 de febrero de 2001, otro terremoto de magnitud 6.6 golpeó el país, exacerbando la crisis humanitaria.

A dos décadas del desastre, las heridas siguen abiertas en la memoria colectiva del pueblo salvadoreño. El terremoto no solo evidenció la fragilidad de la infraestructura del país, sino también la urgente necesidad de políticas de prevención y manejo de desastres.

El Salvador, un país pequeño pero lleno de fortaleza, aprendió a levantarse una vez más, demostrando que incluso en los momentos más oscuros, la solidaridad y el espíritu comunitario pueden ser la luz que guía hacia la recuperación.