Por: Redacción YSKL
Ante la detección de la nueva variante de influenza A (H3N2) en El Salvador y diversos países de Centroamérica, la comunidad médica ha hecho un llamado a la calma, subrayando que se trata de un proceso gripal estacionario que, por el momento, no representa un riesgo de pandemia global. Aunque la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha emitido alertas preventivas debido al incremento de casos en Europa y Estados Unidos, los especialistas locales enfatizan que el patógeno es un virus ya conocido por el sistema sanitario.
El doctor Emilio Salazar, médico intensivista, explicó que no estamos ante una enfermedad nueva, sino ante una evolución del virus de la influenza estacional.
Según el especialista, «no existe la posibilidad de que se convierta en una epidemia ni en una pandemia porque es una gripe estacional; esto quiere decir que año con año hay unos meses en los cuales los casos de influenza se elevan». Esta visión coincide con reportes de medios internacionales que identifican a esta cepa como el «subclado K», una mutación que, si bien presenta cambios genéticos, no ha demostrado ser intrínsecamente más grave, aunque sí más eficiente en su propagación.
La mutación identificada en la variante H3N2 le ha otorgado al virus una capacidad de transmisión superior, facilitando el contagio masivo en periodos cortos. «Lo único que ha hecho esta mutación es darle a esta influenza la capacidad de ser transmitida con mayor facilidad, la capacidad de poder contagiar a más personas», señaló Salazar. En El Salvador, las autoridades de salud han confirmado oficialmente tres casos hasta noviembre de 2025, detectados de manera aislada a lo largo del año, aunque expertos independientes como el Dr. Alfonso Rosales advierten que la variante ya podría tener circulación comunitaria debido al flujo de viajeros internacionales durante la temporada navideña.
El impacto en la región centroamericana ya es tangible, con países como Costa Rica y México confirmando la presencia del subclado K en sus territorios. Los síntomas reportados por los pacientes incluyen fiebre alta —frecuentemente superior a los 38 °C—, tos seca persistente, fatiga extrema y congestión nasal. Salazar advirtió que, en algunos casos, estos síntomas pueden prolongarse hasta por tres semanas, por lo que instó a la población a «estar atentos a estos síntomas para consultar a tiempo, no caer en la automedicación ni en el autodiagnóstico».
La vigilancia debe extremarse en los grupos de riesgo, que comprenden a niños menores de cinco años, adultos mayores de sesenta y personas con enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión o insuficiencia renal. Salazar destacó que «siempre hay grupos de riesgo que pueden presentar formas graves de esta enfermedad», y recordó que las medidas preventivas aprendidas durante la pandemia de COVID-19 siguen siendo la mejor defensa. El uso de mascarilla en aglomeraciones, el lavado frecuente de manos y, fundamentalmente, la vacunación anual, son las herramientas clave para mitigar el impacto de esta variante estacionaria en la salud pública salvadoreña.



















