
Por: Redacción YSKL
Los manglares en El Salvador se extienden a los largo de toda la costa, desde el departamento de Ahuachapán hasta La Unión cubriendo un área aproximada de 39,976 hectáreas, lo que representa un 1.67 % del territorio nacional.
Este ecosistema es de gran importancia para la preservación de especies animales y vegetales, así como contribuye al control de inundaciones, depuración y almacenamiento de aguas, producción pesquera, producción de madera, recarga de acuíferos, fijación de carbono y regulación climática, protección y estabilización de la línea de costa y como barrera natural para la protección de las comunidades ante condiciones climatológicas adversas.
Sin embargo, en los últimos años la extensión de los manglares se ha visto reducida por la intervención humana debido a la utilización de la tierra para monocultivos (caña de azúcar en su mayoría), construcción de inmuebles para la industria turística y también la extracción de madera. Así también, los efectos del cambio climático afectan a los bosques salados.
En este sentido, familias de la zona costera de Sonsonate y localidades aledañas mantienen un proyecto de reforestación de manglares a través de la Asociación Comunitaria Marino Costera y Protectora de la Flora y Fauna de Matalío (ASPROFEMA), con el cual buscan recuperar hectáreas de bosque salado que han sido afectadas.
Según el líder comunitario de Metalío, Manuel Guevara, las zonas de los manglares están declaradas por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) como Áreas Naturales Protegidas (ANP), por lo que considera que no hay un mayor compromiso por parte de las autoridades gubernamentales en velar por la aplicación de las normativas para la preservación de los ecosistemas, evitando la depredación de dichos sectores a través de la concesión de permisos ambientales.
“Viendo que no hay un responsable del Estado que pueda darle una mantención al ecosistema que se encuentra en el territorio, ya que estos se han declarado ANP, cómo Áreas Naturales Protegidas y si son Áreas Naturales Protegidas debería de haber un interés de gobierno, un interés de institución en rehabilitar estos ecosistemas, no tal vez tal cual como estaban, pero si tratar la manera de llegar a igualarlos tal como fueron”, destacó el Guevara.
Bajo esta idea nació hace algunos años el proyecto de viveros de mangle en la zona del cantón Metalío, Acajutla, con fin de establecer una producción de la planta para, posteriormente, comenzar con la reforestación de áreas que han sido afectadas.
Recolección de los tallos de mangle
En el vivero de la comunidad de Metalío se encuentran especies como mangle rojo, blanco, botoncillo, madresal, anonio, papaturro, entre otros. Un grupo de mujeres en su mayoría se encarga de ir a la zona del bosque salado y recolectar los tallos para luego llevarlos al vivero.

Posteriormente estos continúan el proceso de crecimiento de la planta y cuando esta alcanza un punto específico son llevadas a la zona a reforestar.
Según los miembros del cantón Metalío, existe una especie de comunión con el bosque salado ya que este les provee de alimento y otros recursos importantes para su desarrollo, por lo que consideran importante la protección de este ecosistema.
ASPROFEMA solicita a las autoridades competentes aplicar las normativas vigentes para la protección del ecosistema y de esta forma evitar mayores afectaciones que ponen en riesgo tanto a la flora y fauna, sino que también a los habitantes de los mangles que viven de él.