Por: DW
Las exportaciones de México en 2023, con un valor de 593.012 millones de dólares, marcaron su máximo histórico. Si el peso continúa en los niveles actuales y la tendencia se mantiene, algo que los 143.430 millones en exportaciones del primer trimestre parecen indicar, con un aumento del 1,7 % respecto al año anterior, este 2024 las ventas de México al exterior podrían alcanzar los 640.000 millones.
Para Luz María de la Mora, analista del Atlantic Council, es el dato más destacable del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). «México se posicionó como el noveno exportador e importador a nivel mundial», celebra. El décimosegundo si consideramos a los países de la UE de modo individual, matiza.
Pero, sobre todo, remarca que, «en 2023, México se consolidó como el primer socio comercial de los Estados Unidos, con casi el 16 por ciento de la participación del mercado». Fue subsecretaria de Comercio Exterior del Gobierno mexicano en los primeros cuatro años del sexenio, así que parte del mérito es también suyo.
¿Las relaciones comerciales dependen de quién gobierne?
El comercio internacional tiene su propia lógica, sus reglas y sus inercias, pero la influencia que puede ejercer el poder político es muy grande. De la Mora recuerda de primera mano el ejemplo de cuando, en 2006, Hugo Chávez sacó a Venezuela del acuerdo de comercio con México y Colombia. O, más recientemente, el de Donald Trump, que con sus aranceles a China acabó «de una manera indirecta e inesperada» beneficiando a México. Y forzó la renegociación del tratado con Estados Unidos y Canadá, imponiendo una nueva regla de origen para el sector automotor «muy onerosa» para México.
Así que sí, es importante quién gobierne. Y el sexenio que termina destaca especialmente en este plano. Es algo que le reconocen a López Obrador incluso sus críticos.
Víctor Gómez Ayala, director de Analítica de Datos del IMCO, el Instituto Mexicano para la Competitividad, valora el «compromiso que ha mantenido con el proceso de apertura comercial y el de integración con Estados Unidos».
Y también, aunque ya hemos analizado que aquí hay matices, reconoce el esfuerzo de la actual administración por controlar el gasto público. «En contraste con lo que hemos visto en los casos de otros Gobiernos de izquierda populista en América Latina durante este tiempo», compara.
«El presidente López Obrador lo tenía muy claro, que la integración con América del Norte y la integración con los mercados internacionales era uno de los factores fundamentales para poder mantener un crecimiento económico durante su administración», afirma por su parte De la Mora.
Las remesas y el peso
Otro de los datos que ha marcado un récord es el de las remesas recibidas, que supusieron en 2023 un total de 63.313 millones de dólares, casi el doble que la inversión extranjera directa, con lo que se convierte en el principal canal de financiamiento externo. Es un indicador del que no está especialmente «orgullosa» De la Mora, pero que también contribuye, explica, a que el dólar se cambie a menos de 17 pesos mexicanos. Habría que remontarse a 2015 para encontrar una cotización así. Y ahora se da, además, en un momento de fortaleza del dólar.
Ambos datos, el máximo de remesas y la fortaleza del peso, tienen su lado negativo. Y no dependen mucho del Ejecutivo. «El Presidente es muy hábil en lo discursivo y precisamente ha promovido la idea de que el récord de remesas es un punto a destacar de su Gobierno», dice Ayala. Él lo achaca, sin embargo, «al dinamismo de la economía de Estados Unidos», cuyos estímulos fiscales durante la pandemia mejoraron además el ahorro de los trabajadores, incluidos los inmigrantes mexicanos, que podían enviar más dinero a su país. Y a «flujos vinculados al crimen organizado», entre los que cita el auge de un producto de exportación nada honroso: el fentanilo.
¿Es un peso fuerte una buena noticia?
Respecto a la fortaleza del peso, Ayala sí que otorga algo de responsabilidad a López Obrador, al haber ejercido cierta influencia sobre el Banxico para contar con «un elemento de discusión pública muy valioso». «El Banco de México, al menos su Junta de Gobierno, de alguna manera, ha ponderado más el efecto de la política monetaria sobre la posición cambiaria del peso que otras tareas del propio Banco Central», critica.
Un peso fuerte frente al dólar «puede tener efectos importantes sobre la competitividad comercial del país». Normalmente, favorece las importaciones, al abaratarlas, y dificulta las exportaciones, al encarecerlas. «El más desfavorecido ha sido el sector agropecuario en México, cuyos insumos de producción no se ven afectados por la posición cambiaria, pero sus productos de exportación sí», explica Ayala. Sin embargo, gran parte del sector exportador de México tiene que importar previamente componentes, con lo que la fortaleza del peso no es necesariamente negativa para él.
Reducido valor agregado ‘Made in Mexico’
Para Enrique Dussel Peters, profesor de la UNAM especializado en comercio exterior, «el boom exportador de México no es algo nuevo, se viene gestando hace tres décadas». Pero advierte de una debilidad. «México es -dice gráficamente- el campeón mundial en importar cientos de partes y componentes para que en el producto final (…) diga ‘Made in Mexico’, hecho en México, pero en realidad el valor agregado doméstico, en muchos casos, se reduce al tres o cuatro por ciento».
«Es decir, la integración de estos procesos de exportación con el resto de la economía, empresa, ciencia y tecnología, pymes, etcétera, es muy reducida», aclara. «Repito, eso tiene poco que ver con el resto de la economía mexicana… es decir, las exportaciones pueden tener un boom y el producto interno bruto puede o estar estable o tener incluso una tendencia a la baja», advierte.
Principal socio comercial de Estados Unidos: el nearshore
Dussel coincide con De la Mora en que el principal dato del sexenio es la consolidación de México como principal socio comercial de Estados Unidos. Ya lo había sido otro año, recuerda, pero esta vez «llegó para quedarse», celebra. Y coincide también con ella en que se debe en gran parte a que ha sustituido a China.
«México definitivamente ha desplazado a China del mercado estadounidense y eso no necesariamente por un esfuerzo mexicano». El comercio entre México y Estados Unidos ha crecido ligeramente, pero, principalmente, «lo que ha sucedido es que se ha desplomado el comercio entre Estados Unidos y China», explica. «Resultado de la profundísima confrontación entre Estados Unidos y China», añade.
El proceso de enfrentamiento comercial con China que Trump inició con sus aranceles se profundizó por la pandemia, según De la Mora. Una pandemia que mostró que no se podía depender de un único proveedor, en muchos casos China, y que había que «diversificar las cadenas de suministro».
«Eso puso a México en una posición ventajosa», concluye. Estados Unidos busca lo que se ha dado en llamar nearshore (por oposición a offshore), que podríamos traducir como externalización cercana, llevando las cadenas de suministro más cerca de su frontera. Aunque Dussel prefiere hablar de securityshore, porque esta política también incluye a países tan distantes como Vietnam.
China es el segundo socio comercial de México
El problema del enfrentamiento de Estados Unidos con Pekín es, advierte Dussel Peters, que «China es el segundo socio comercial de México desde 2003, es decir, hace más de veinte años». Así que el conflicto comercial agarra en medio a México, con presiones de Washington para que renuncie a sus proveedores chinos. Y «presiones» es un término más suave que el que utiliza el profesor de la UNAM, donde dirige también el Centro de Estudios China-México: «A mí me parece que hay un chantaje por parte de Estados Unidos», apuntilla.
«Esto implica una enorme complejidad para México, porque un 20 por ciento de las importaciones de México, sobre todo de partes y componentes para ser exportados, provienen de China y carecen de alternativa», explica. «Eso implica un reto sustantivo… político, pero sobre todo para las empresas», afirma. Para él, Estados Unidos no quiere «mirarse en el espejo y ver que el rey está desnudo, el rey no es competitivo, no produce con la calidad, los plazos y los precios que lo hace la competencia china», dice gráficamente. «Es fácil echarle la culpa a terceros y decir que México se está convirtiendo en la puerta trasera para importar productos chinos», advierte.
Elecciones en México… y en Estados Unidos
Entonces, ¿las relaciones comerciales van a cambiar sustancialmente según quién gane las elecciones el 2 de junio? «No, yo creo que es una tendencia que va más allá de de la política», afirma Dussel Peters. Además, De la Mora aprecia un firme compromiso de las principales candidatas a favor del comercio.
Y, en Estados Unidos, ¿va a cambiar la situación según quién gane? «No, yo te diría que es exactamente lo mismo», dice tajante Dussel. «Con la administración Biden no se revocó ninguna política de Trump», añade. «Uno de los pocos consensos entre los dos partidos partidos políticos en Estados Unidos, según muestran las encuestas, es ver quién es más antichino, y republicanos y demócratas votan conjuntamente ante medidas en contra de China», afirma.
¿Van a seguir creciendo las exportaciones gobierne quien gobierne?
«Mientras la economía de Estados Unidos siga creciendo -¡y cómo no va a crecer con esa cantidad de subsidios!-, pues la economía mexicana también y las exportaciones, pues aún más», afirma la otroa subsecretaria de Comercio Exterior mexicana Luz María de la Mora. Y enumera: subsidios a semiconductores, a baterías eléctricas, a autos eléctricos, infraestructura, construcción. «Realmente, eso beneficia mucho a México porque hay demanda por producto», concluye.
Para ella, el próximo Gobierno mexicano tendrá que «tratar de que México tenga una posición también de mayor relevancia en los mecanismos regionales y multilaterales» y haga valer su peso comercial internacional con mayor presencia en la OMC, el G20, la APEC o la Alianza del Pacífico. Además, internamente, tiene que seguir ofreciendo un marco estable. Si algo aprendió de su último paso por el Gobierno, fue que «es muy importante poder ofrecer certidumbre cuando no tienes mucho más que ofrecer».
«El Gobierno mexicano no cuenta con una bolsa de subsidios como la tiene Estados Unidos», lamenta. «Pero la mayor fortaleza para México es el poder ofrecer reglas claras, que den certidumbre al inversionista, al empresario, al exportador, en el mediano corto y largo plazo, regulaciones que sean transparentes, y también reducir la carga administrativa, regulatoria y burocrática».