Ambientalistas exigen que se regule la producción de la agroindustria azucarera por daños a suelos y mantos acuíferos

Asociación Red Uniendo Manos de El Salvador (ARUMES)
Foto: Cortesía

Por: Redacción YSKL

La Asociación Red Uniendo Manos de El Salvador (ARUMES), Asociación para el Desarrollo de El Salvador (CRIPDES), Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (FESPAD), Asociación Unión de Comunidades Rurales de El Salvador (UCRES), y la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) se pronunciaron este lunes con la campaña “Azúcar Amarga” ante los impactos negativos de la recién aprobada Ley de Recursos Hídricos en comunidades afectadas por el monocultivo de la caña.

Los ambientalistas mostraron su preocupación debido a los impactos tanto ambientales como sociales, ya que el monocultivo de caña con sus perjudiciales métodos de producción destruye la biodiversidad, deteriora los suelos agrícolas, agota y contamina las fuentes de agua, altera el microclima, contamina el aire y provoca enfermedades crónicas en la población.

Dicho producto se obtiene en la época más calurosa y seca del año y los cultivos dependen de gran medida de la irrigación. De acuerdo a las comunidades circundantes a los campos de caña, los niveles freáticos han caído dramáticamente en años recientes y lo tribuyen al aumento de la producción de este producto y la falta de regulación gubernamental del uso del agua.

En diciembre del 2021, se aprobó la Ley General de Recursos Hídricos, la cual, según los defensores, va enfocada a los sectores que históricamente han “contaminando y abusado del agua” como es el caso de la agroindustria azucarera.

“La industria cañera se está metiendo en zonas de manglares y no hay capacidad del Estado de recuperar estas tierras. En ese sentido no hay voluntad política, hay intereses económicos”, manifestó Luis González, representante de la Unidad Ecológica Salvadoreña.

En la actualidad, el monocultivo de caña de azúcar utiliza más de 5,600 metros cúbicos de agua por hectárea cultivada, adicionalmente los ingenios usan 10 metros cúbicos de agua para lavar cada tonelada métrica de caña, por lo cual producir un kilo de azúcar requiere entre 1,500 y 3,000 litros de agua.

Según los ambientalistas, este uso “abusivo del agua para cultivar caña y producir azúcar, es sumamente preocupante”, más aún, considerando que El Salvador es el único país en la región centroamericana que se encuentra con tendencia a una situación de estrés hídrico (1,700 m3 per cápita por año), lo que lo sitúa entre los países en Latinoamérica y el Caribe con más baja disponibilidad de agua por habitante.

Por lo tanto, dichas organizaciones exigen al Ministerio de Agricultura y Ganadería y al Ministerio de Medio Ambiente:

1. Que el Estado salvadoreño cumpla y haga cumplir efectivamente la legislación vigente para regular y evitar los abusos que comete la agroindustria del azúcar.
2. Que se implementen políticas públicas dirigidas a eliminar los impactos que causa esta industria en la salud, la calidad de vida y los ecosistemas a nivel nacional.
3. Que reformen los aspectos contenidos en la Ley General de Recursos Hídricos que promoverían una privatización del agua (asocios públicos privados y concesiones) y la injusticia hídrica en El Salvador.